meditaba, unos golpes sacudieron la puerta del conductor. Calado hasta los
huesos, pero sonriendo, sin duda pensando en una rápida victoria con el nuevo
material, el comandante del batallón, por llamarlo de alguna manera, de
milicianos españoles que iban a atacar junto a los blindados, intentró
chapurrear algo parecido a una conversación en francés con Sergey
-Camarade
Sergey, il va attaquer avec les tanks derrière les lignes fascistes-dijo
mientras señalaba el objetivo, una pequeña meseta a unos mil metros- de tir
d'artillerie. Nous allons continuer
Sergey
observó el supuesto objetivo. Unos empinados prados, húmedos y embarrados,
cubiertos de cráteres y coronados por las alambradas y las trincheras
fascistas. Un pequeño camino de herradura ascendía desde el norte. Con carros
con oruga se podría atacar la posición. Su BA 6 contaba con unas cadenas que
podían ponerse en las ruedas traseras para convertirlo en un semioruga, y
quizás con dificultad, pudiese subir. Pero en ningún caso los armatrostes que
le seguían podrían moverse fuera de las carreteras. Además,. Su vehículo, como bien había aprendido en la
escuela de blindados de Kiev, tenía dos funciones. Una era como vehículo de exploración. Era rápido y
relativamente blindado, tenía buena autonomía, un motor potente y un poderoso
cañón con el que enfrentarse, llegado el caso, a cualquier enemigo. Este cañón
le daba la segunda opción táctica, el usarlo como cazacarros, esperando
agazapado para destruir cualquier tanque enemigo. Pero este loco quería que
avanzase de frente hacia las alambradas enemigas, absorbiendo un fuego que su débil
blindaje no podía aguantar, usándolo como carro pesado de ruptura… un suicidio. Todas estas ideas rondaban por
su cabeza, y respondió tras meditar unos segundos
-Les char
ne peuvent pas monter là-haut, pas de route
La respuesta
no pareció gustar al camarada asturiano
-Char ruso
si, chaines, chaines!-Gritaba mientras señalaba las enormes cadenas que se
encontraban sobre los guardabarros. Quería que atacase el solo
Nye,
nye, grito Sergey mientras cerraba la puerta. Afortunadamente, unas
detonaciones marcaron el inicio de la ofensiva. Escucharon pasar los
proyectiles silbando, y segundos después, unas explosiones en las trincheras
fascistas. Dos segundos después, la onda sonora. Consultó el mapa ( turístico)
que llevaba y vio como la loma objetivo, que ni siquiera tenía nombre contaba con una carretera al sur, que llevaba
hacia Grado, que parecía ser una población importante. Confiaba que los otros
blindados, como había intentado explicar a sus
mandos, avanzasen tras el por la carretera y en cuanto tuviesen espacio
se desplegasen… pero en vez de atacar el
objetivo, al que ametrallarían mientras avanzaban, intentarían rodearlo y
aislar la llegada de refuerzos. La infantería se tendría que contentar con su
apoyo lejano. Era la primera vez que entraba en combate y todo lo que había
aprendido en la academia parecía no servir de nada. Ordenó al conductor
arrancar, y al no hacerle caso, probablemente por el ruido del motor, los
cañones, y la lluvia repiqueteando sobre el blindaje, optó por darle una patada en el asiento mientras
gritaba furiosamente “tira, march, go ,go go”.
Xuacu
agarró la enorme palanca de cambios, metió primera con un crujido que parecía
que todos los dientes de la caja de cambios se estaban triturando, aceleró
ferozmente y soltó el embrague. El BA 6 nº 5 que debía de encabezar la
victoriosa ofensiva de noviembre de 1936 en el sector de Bayo, simplemente, se
caló.
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