Frikastur: septiembre 2009

lunes, septiembre 28, 2009

Atrapados en el hielo

+

Bueno bueno bueno

vuelve el periodo inver-otoñal y vuelvo a intentar tener buen número de divagaciones por aquí... y que mejor que inviraros a todos los que podais y os mole un poco el tema( a los que no igual me odiais) que os acerqueis el miercoles al MUJA, pués es el útimo dia de la exposición de una de las mejores colecciones de bichos cuaternarios salidos de los permafrost siberianos, por primera vez en europa. está en la sala de expos temporales del MUJA y cuesta dos pavos(aunque el miercoles es dia de expectador, así que sará gratis) y merece la pena tambien comprarse de recuerdo el libro-catálogo de la exposición). En la pequeña expo, con muchos paneles contando cosas chachis, podemos ver esqueletos completos de rinocerones lanudos, buey almizclero, osos cavernario, ciervos megaceros mamut,rinoceronte launudo, caballo, bisonte,craneos, dientes, colmillos, piel, pelo, en fin, una pequeña muesta de fauna pleistocena( aunque me quedé con ganas de algun carnivoro, sobre todo digamos con dientes grandes jeje) con un buen tamaño. de paso se puede aprovechar para ver el MUJA, que debe de tar bien de cojones, pero no lo pude ver por ser tarde ( y la cola de 40 minutos ayudo mucho a eso, grrrr...)


Sin mas unas fotucas. Minipunto pal que ponga nombre a cada bicho( y quzás algun premio, habra que empezar a hacer este blog mas participativo. ganador en una semana)


Saludos, queridos lectores


PD: gracias de verdad a mi sufrida "fotografa oficial" que encima de aguantarme tol verano( y los últimos 21 años , y los 110 que nos quedan) la llevo a hacer 45 minutos de viaje ms la vuelta, y 45 minutos de cola para ver 4 bichos muertos. Si es que ye una santa


PD 2: A que es guapo?

Etiquetas: ,

viernes, septiembre 18, 2009

Perez Reverte

creo que nonca os he hablado de perez reverte. Supongo que todos lo conocereis. Este tio es un carck, y las denuncias de sus escritos, son maravillosas. Leedos esta, creo que se la dedico a todos los amigos historiadores, y a todos los amigos con carrera y en el paro. Y creo que todos se la dedicariamos a nuestras mamis que nos apoyaron en nuestras locuras, y nos cuidaron desde pequeños. yo ya tengo bien claros las dedicatorias de mi primer libro...



PATENTE DE CORSO 16.08.09 ~ La habitación del hijo ~


A HABITACIÓN DEL HIJO

Lo conoce mejor que a ella misma. O creía conocerlo, porque el joven silencioso y reservado que ahora vive en la casa le parece, en ocasiones, un extraño. El niño dejó de serlo hace tiempo. A veces, cuando está fuera, la madre se queda un rato en su habitación, callada, mirando los objetos, los libros –ella compró los primeros y los puso allí, soñando con el lector que alguna vez sería–, las fotos de amigos, de chicas. Las medallas que ganó en el colegio, tenaz, esforzado. Valiente como ella procuró enseñarle a ser. Con el ejemplo del padre: un buen hombre que nunca dice tres frases seguidas, pero que jamás faltó a su deber, ni hizo nada que no fuera honrado. Que educó al hijo con más ejemplos que palabras.

Inmóvil en la habitación, aspira su olor. Desde hace mucho es seco, masculino. Distinto del que tanto añora: aroma de cuerpecito menudo en pijama, olorcillo a carne tibia, casi a fiebre. A bebé y niño pequeño, que con el tiempo se desvanece y no regresa nunca. El crío que aparecía en la cama a medianoche con las mejillas húmedas, después de una pesadilla, para refugiarse a su lado, entre las sábanas. Quizá algún día recupere ese olor con un nieto, o una nieta. Con otro cuerpecito al que estrechar entre los brazos. Ojalá no esté demasiado mayor para entonces, piensa. Que aún tenga fuerza y salud para ocuparse de él, o de ella. Para disfrutarlos.

Libros. Hay muchos en la habitación, y jalonan veinticinco años de una vida. Infantiles, aventuras, viajes, textos escolares, materias universitarias, novela, ensayo, arte, historia. Desde niño, leyéndole cuentos e historietas, orientándolo con cautela, ella fue transmitiéndole el amor por la palabra escrita. La puerta maravillosa a mundos y vidas que acaban por multiplicar la propia: aspiraciones, sueños, anhelos cuajados en largas horas de lectura y templados en la imaginación. La intensidad de una mirada joven que explora el mundo en el descubrimiento de sí misma. Estos libros llevaron al muchacho a reconocerse entre los demás, a moverse con seguridad por el territorio exterior, a descubrir y planear un futuro. A estudiar una carrera bella y poco práctica, relacionada con la lengua, el pasado, el arte y la historia. A licenciarse en sueños maravillosos. En cultura y memoria.

Ahora ella, inquieta, se pregunta si hizo bien. Si la lucidez que estos libros dieron a su hijo no sirve más bien para atormentarlo. Lo sospecha al verlo salir de casa para entrevistas de trabajo de las que siempre vuelve hosco, derrotado. Cuando lo ve teclear en el ordenador buscando un resquicio imposible por donde introducirse y empezar una vida propia: la que soñó. Cuando lo ve callado, ausente, abrumado por el rechazo, la impotencia, la falta de esperanza que pronto sustituye, en su generación, a las ilusiones iniciales. Recuerda a los amigos que empezaron juntos la carrera animándose entre sí, dispuestos a comerse el mundo, a vivir lo que libros y juventud anunciaban gozosos. Cómo fueron desertando uno tras otro, desmotivados, hartos de profesores incompetentes o egoístas, de un sistema académico absurdo, injusto, estancado en sí mismo. De una universidad ajena a la realidad práctica, convertida en taifas de vanidades, incompetencia y desvergüenza. Pese a todo, su hijo aguantó hasta el final. Fue de los pocos: acabó los estudios. Licenciado en tal o cual. Un título. Una expectativa fugaz. Luego vino el choque con la realidad. La ausencia absoluta de oportunidades. El peregrinaje agotador en busca de trabajo. Los cientos de currículum enviados, el esfuerzo continuo e inútil. Y al fin, la resignación inevitable. El silencio. Tantas horas, días, años, de esfuerzo sin sentido. La urgencia de aferrarse a cualquier cosa. Hace una semana, cuando llenaba el formulario para solicitar un trabajo de dependiente en una tienda de ropa de marca, el consejo desolador de un amigo: «No pongas que tienes título universitario. Nadie emplea a gente que pueda causarle problemas».

Tocando los libros en sus estantes, la madre se pregunta si fue ella quien se equivocó. Si no tendría razón su marido al sostener que no está el mundo para chicos con sueños en la cabeza y libros bajo el brazo. Si al pretenderlo culto y lúcido no lo hizo diferente, vulnerable. Expuesto a la infelicidad, la barbarie, el frío intenso que hace afuera. Es entonces cuando, abriendo un libro al azar, encuentra unas líneas subrayadas –a lápiz y no con bolígrafo ni marcador, ella siempre insistió en eso desde que él era pequeño–: «En el mar puedes hacerlo todo bien, según las reglas, y aun así el mar te matará. Pero si eres buen marino, al menos sabrás dónde te encuentras en el momento de morir».

Se queda un instante con el libro abierto, pensativa. Releyendo esas líneas. Después lo cierra despacio, devolviéndolo a su lugar. Y sonríe mientras lo hace. Una sonrisa pensativa. Dulce. Tal vez no se equivocó por completo, concluye. O no tanto como cree. Puede que él forjara sus propias armas para sobrevivir, después de todo. Quizá mereció la pena.

XLSemanal, 16 de Agosto de 2009